
El hombre de Dios escucha eficazmente al aceptar, hacer caso y confiar en el Señor y no en el mundo.
“Toda la escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia” (2 Timoteo 3:16, NVI)
Y podemos escuchar mejor. Todos los hombres necesitamos la habilidad vital de escuchar. Nadie está exento. Debemos prestar atención a los demás y esforzarnos por mejorar. Así es como crecemos en nuestras relaciones con otras personas y con Dios.
Hay algunas cosas sencillas que podemos hacer para comenzar el proceso. He aquí una corta lista de tácticas que te ayudarán a ponerte en marcha:
1. Demuestra que escuchas mirando a la persona a los ojos cuando está hablando.
2. Recuerda prestar toda tu atención a quien habla.
3. Toma notas mientras escuchas y repite lo que oiste para mayor claridad.
4. No ofrezcas soluciones cuando alguien está hablando.
5. Haz preguntas aclaratorias cuando alguien habla.
6. Acepta la responsabilidad de tus problemas, contribuciones y correcciones necesarias.
7. Actúa de inmediato para demostrar que escuchaste a la otra persona.
Cuanto más prestemos atención al modo en que escuchamos y actuamos, más competentes seremos como oyentes. A medida que aprendemos a hacer esto con mayor rapidez en las relaciones humanas, también debemos volvernos más competentes en nuestra relación con Dios.
Al fin y al cabo, no solo debemos escuchar a las personas; Dios es quien prove la verdad.
¡Mientras tanto, esforcémonos por mejorar nuestro tiempo de respuesta entre escuchar y actuar!
Adaptado de “Llamados a actuar: 5 disciplinas esenciales para hombres” por Vince Miller